Imagen generada por DALL-E |
Imaginemos un mundo sin retroexcavadoras. La construcción de cualquier edificio requeriría horas, días o incluso semanas de trabajo manual para excavar las cimentaciones. La llegada de estas máquinas no solo transformó la manera en que construimos, sino que liberó a las personas para realizar trabajos de mayor valor. De manera similar, la aparición de las calculadoras y, más adelante, las computadoras, revolucionó nuestra capacidad para realizar cálculos complejos en segundos, desplazando la necesidad de realizar operaciones mentalmente o con herramientas rudimentarias. Internet, por su parte, ha conectado al mundo en una vasta red de servicios y conocimientos al alcance de un clic. Ahora, en esta línea de evolución tecnológica, surge la Generative AI (GenAI), prometiendo transformar no solo lo que hacemos, sino también cómo pensamos y tomamos decisiones.
La GenAI no es solo una herramienta más. Es un asistente capaz de procesar volúmenes masivos de datos, sintetizarlos y proporcionar información relevante en tiempo real. Para muchas personas, la respuesta a cualquier pregunta compleja estará a un simple “espera un momento, déjame preguntarle a la GenAI.” Esto crea un nuevo paradigma, donde la habilidad más valiosa será saber cómo interactuar eficazmente con estas herramientas, convirtiéndose en un maestro en el arte de formular preguntas y evaluar respuestas.
Sin embargo, hay un matiz importante que no debemos pasar por alto: el verdadero poder no radicará únicamente en el acceso a la información procesada por la GenAI, sino en la capacidad de contextualizarla, de interpretarla con criterio propio y de integrarla en un marco de pensamiento crítico. La GenAI será, en muchos sentidos, como una calculadora para el pensamiento; una herramienta poderosa para quienes ya poseen una sólida base de conocimientos y experiencia. Pero aquellos que se limiten a depender exclusivamente de ella, sin desarrollar su propio criterio, estarán delegando no solo el acto de pensar, sino también la capacidad de decidir con autonomía.
La humanidad se dividirá nuevamente en dos: quienes consuman la GenAI sin objeción, utilizándola para todas sus actividades, y quienes respondan en tiempo real a las preguntas del entorno, apoyándose en la GenAI para validar, complementar, rechazar o afirmar su punto de vista. ¿Quién te daría más certezas para producir resultados asombrosos? ¿Alguien que diga: "espera, le pregunto a la GenAI," o alguien que, sin titubear, responda tu pregunta y cuestione tus argumentos?
Existen grandes riesgos de que nos volvamos perezosos para tareas que impliquen análisis y un compromiso intelectual. El uso indiscriminado de la GenAI podría llevarnos a una dependencia que limite nuestra capacidad de pensar por nosotros mismos. La facilidad para obtener respuestas rápidas y precisas podría desincentivar el esfuerzo mental necesario para enfrentar problemas complejos, llevando a una sociedad que consume conocimiento sin digerirlo ni transformarlo.
Es aquí donde entra en juego la importancia de las habilidades humanas que la tecnología no puede reemplazar: la experiencia, el juicio y la capacidad de cuestionar y reflexionar. Así como las retroexcavadoras no convirtieron a los obreros en innecesarios, sino que los liberaron para trabajar en tareas más avanzadas, la GenAI puede liberar a las mentes humanas para enfocarse en problemas de mayor complejidad y creatividad. Aquellos que logren construir sus propios esquemas mentales, bebiendo de libros, experiencias y conocimientos disponibles, y que además se atrevan a desafiar sus propias convicciones en un entorno en constante cambio, serán quienes dominen este nuevo mundo.
Este amanecer tecnológico plantea una disyuntiva para la humanidad: ¿nos limitaremos a consumir información sin digerirla, sin cuestionarla, sin transformarla? ¿O asumiremos el reto de comprender realmente el mundo que nos rodea, usando la GenAI no como un sustituto del pensamiento, sino como un catalizador para llevar nuestro intelecto a nuevas alturas? La decisión está en nuestras manos, y lo que hagamos con este poder determinará no solo nuestro futuro, sino también el papel que desempeñaremos en esta nueva era que apenas comienza.
Así, la era de la GenAI nos desafía a ser más humanos que nunca, a no delegar el pensar, sino a abrazar nuestra capacidad de razonar, de cuestionar y de decidir. Porque en este nuevo mundo, no será quien tenga acceso a más datos el más fuerte, sino quien sepa cómo usarlos, integrarlos y, sobre todo, quién se atreva a pensar por sí mismo.
Saludos ágiles,
Jorge Abad.
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Gracias Jorge muy acertado contenido, para mi el que no considero acertado es el punto del título que dice "nos Dividirá entre Consumidores y Pensadores"
ResponderBorrarNuevamente nuestra carga cultural nos lleva a la separación, a la división de lo bueno o lo malo, a esa forma de pensar en, si no es lo uno es lo otro, a ver el Yin o el Yang y no el Yin o el Yang, creo que eso puede desviar la conversación a la polarización y olvidando la esencia de que cada ser, definición, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Luego unos seremos consumidores y otros pensadores. ¿Los consumidores al consumir no podrán pasar a pensar, y los que piensan al pensar no podrán pasar al consumir?
En lo personal prefiero la conversación de ¿Como lograr que tengamos un balance en consumir y pensar para el otro e invitar al otro a que consuma y piense para mi?
Dar para recibir, consumir para pensar, pensar para consumir.
Gracias Jorge muy acertado contenido, para mi el que no considero acertado es el punto del título que dice "nos Dividirá entre Consumidores y Pensadores"
ResponderBorrarNuevamente nuestra carga cultural nos lleva a la separación, a la división de lo bueno o lo malo, a esa forma de pensar en, si no es lo uno es lo otro, a ver el Yin o el Yang y no el Yin y el Yang, creo que eso puede desviar la conversación a la polarización y olvidando la esencia de que cada ser, definición, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Luego unos seremos consumidores y otros pensadores. ¿Los consumidores al consumir no podrán pasar a pensar, y los que piensan al pensar no podrán pasar al consumir?
En lo personal prefiero la conversación de ¿Como lograr que tengamos un balance en consumir y pensar para el otro e invitar al otro a que consuma y piense para mi?
Dar para recibir, consumir para pensar, pensar para consumir.